miércoles, 28 de octubre de 2015


Tomar decisiones, ¿cuestión de madurez?, si te dirían que la próxima decisión que tomes cambiará tu vida para siempre ¿cuál sería tu decisión?, ciertamente no lo sabrías al momento porque tendrías que pensarlo todo, pensar qué quieres que cambie y qué no, pensar si mantener a las personas que están a tu alrededor o no, pensar en si esa decisión le haría daño a alguien o no, pensar si de verdad te importa hacerle daño a alguien o no…
A veces decidimos cosas sobre nuestras vidas para luego arrepentirnos de ellas, a veces por no tomar esas decisiones es que nos arrepentimos, a veces la vida misma es la que toma las decisiones que tú no tuviste coraje de tomar. La madurez de una persona no influye en las decisiones, es cuestión de tener una mínima idea de qué quieres para ti en la vida o en ese justo momento; sea un niño cuando decide con quien pasar el tiempo del recreo en la escuela, sea un adolescente cuando decide qué ropa ponerse para impresionar al amor de su vida, o cuando decide si estudiar lo que tiene pendiente o no, sea un adulto cuando decide con quién quiere pasar el resto de su vida,  si serle o no serle infiel a esa persona, en fin, no se necesita tener una edad o un “grado de madurez” en la vida para tomar decisiones.


Por sí sola la vida es una decisión que tienes que tomar, decides quedarte o no con ella. ¿Qué tiene de emocionante el no tomar decisiones, esperando que todo ocurra por milagro?, es necesario arriesgar algo para que sepas si valió o no valió la pena tomar esa decisión. No hay que pesarlo mucho, sólo hay que seguir instintos, ellos te guiarán, pero eso sí, nunca permitas que otras personas influyan en ello, ni mucho menos que tomen decisiones por ti.