Tomar decisiones, ¿cuestión de madurez?, si te dirían que la
próxima decisión que tomes cambiará tu vida para siempre ¿cuál sería tu
decisión?, ciertamente no lo sabrías al momento porque tendrías que pensarlo
todo, pensar qué quieres que cambie y qué no, pensar si mantener a las personas que están a tu alrededor
o no, pensar en si esa decisión le haría daño a alguien o no, pensar si de
verdad te importa hacerle daño a alguien o no…
A veces decidimos cosas sobre
nuestras vidas para luego arrepentirnos de ellas, a veces por no tomar esas
decisiones es que nos arrepentimos, a veces la vida misma es la que toma las
decisiones que tú no tuviste coraje de tomar. La madurez de una persona no
influye en las decisiones, es cuestión de tener una mínima idea de qué quieres
para ti en la vida o en ese justo momento; sea un niño cuando decide con quien
pasar el tiempo del recreo en la escuela, sea un adolescente cuando decide qué
ropa ponerse para impresionar al amor de su vida, o cuando decide si estudiar
lo que tiene pendiente o no, sea un adulto cuando decide con quién quiere pasar
el resto de su vida, si serle o no serle
infiel a esa persona, en fin, no se necesita tener una edad o un “grado de
madurez” en la vida para tomar decisiones.
Por sí sola la vida es una decisión
que tienes que tomar, decides quedarte o no con ella. ¿Qué tiene de emocionante
el no tomar decisiones, esperando que todo ocurra por milagro?, es necesario
arriesgar algo para que sepas si valió o no valió la pena tomar esa decisión.
No hay que pesarlo mucho, sólo hay que seguir instintos, ellos te guiarán, pero
eso sí, nunca permitas que otras personas influyan en ello, ni mucho menos que
tomen decisiones por ti.
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